jueves, 5 de noviembre de 2009

ORACIONES DE PREPARCION A LA SANTA MISA

Oración de Santo Tomás de Aquino

Señor mío Jesucristo,

me acerco a tu altar

lleno de temor por mis pecados,

pero también lleno de confianza

porque estoy seguro de tu misericordia.

Tengo conciencia de que mis pecados son muchos y de que no he sabido dominar mi corazón y mi lengua.

Por eso, Señor de bondad y de poder,

con mis miserias y temores me acerco a Ti,

fuente de misericordia y de perdón;

vengo a refugiarme en Ti,

que has dado la vida por salvarme,

antes de que llegues como juez a pedirme cuentas.

Señor no me da vergüenza

descubrirte a Ti mis llagas.

Me dan miedo mis pecados,

cuyo número y magnitud sólo Tú conoces;

pero confío en tu infinita misericordia.

Señor mío Jesucristo, Rey eterno,

Dios y hombre verdadero, mírame con amor,

pues quisiste hacerte hombre para morir por nosotros.

Escúchame, pues espero en Ti.

Ten compasión de mis pecados y miserias,

Tú que eres fuente inagotable de amor.

Te adoro, Señor, porque diste tu vida en la Cruz

y te ofreciste en ella como Redentor por todos los hombres

y especialmente por mi.

Adoro Señor, la sangre preciosa

que brotó de tus heridas

y ha purificado al mundo de sus pecados.

Mira, Señor, a este pobre pecador,

creado y redimido por Ti.

Me arrepiento de mis pecados

y propongo corregir sus consecuencias.

Purifícame de todos mis maldades

para que pueda recibir

menos indignamente

tu sagrada comunión.

Que tu Cuerpo y tu Sangre

me ayuden, Señor,

a obtener de Ti

el perdón de mis pecados

y la satisfacción de mis culpas;

me libren de mis malos pensamientos,

renueven en mi los sentimientos santos,

me impulsen a cumplir tu voluntad

y me protejan en todo peligro

de alma y cuerpo.Amén



Oración de San Ambrosio


Señor mío Jesucristo,

me acerco a tu altar

lleno de temor por mis pecados,

pero también lleno de confianza

porque estoy seguro de tu misericordia.

Tengo conciencia de que mis pecados son muchos y de que no he sabido dominar mi corazón y mi lengua.

Por eso, Señor de bondad y de poder,

con mis miserias y temores me acerco a Ti,

fuente de misericordia y de perdón;

vengo a refugiarme en Ti,

que has dado la vida por salvarme,

antes de que llegues como juez a pedirme cuentas.

Señor no me da vergüenza

descubrirte a Ti mis llagas.

Me dan miedo mis pecados,

cuyo número y magnitud sólo Tú conoces;

pero confío en tu infinita misericordia.

Señor mío Jesucristo, Rey eterno,

Dios y hombre verdadero, mírame con amor,

pues quisiste hacerte hombre para morir por nosotros.

Escúchame, pues espero en Ti.

Ten compasión de mis pecados y miserias,

Tú que eres fuente inagotable de amor.

Te adoro, Señor, porque diste tu vida en la Cruz

y te ofreciste en ella como Redentor por todos los hombres

y especialmente por mi.

Adoro Señor, la sangre preciosa

que brotó de tus heridas

y ha purificado al mundo de sus pecados.

Mira, Señor, a este pobre pecador,

creado y redimido por Ti.

Me arrepiento de mis pecados

y propongo corregir sus consecuencias.

Purifícame de todos mis maldades

para que pueda recibir

menos indignamente

tu sagrada comunión.

Que tu Cuerpo y tu Sangre

me ayuden, Señor,

a obtener de Ti

el perdón de mis pecados

y la satisfacción de mis culpas;

me libren de mis malos pensamientos,

renueven en mi los sentimientos santos,

me impulsen a cumplir tu voluntad

y me protejan en todo peligro

de alma y cuerpo.Amén



Oración a la Santísima Virgen


Oh Madre de piedad y de misericordia,

Santísima Virgen María.

Yo, miserable e indigno pecador,

en ti confío con todo mi corazón y afecto;

y acudo a tu piedad, para que,

así como estuviste junto a tu dulcísimo Hijo

clavado en la cruz,

también estés junto a mi, miserable pecador,

y junto a todos los fieles que aquí y en toda la Santa Iglesia

vamos a participar de aquel divino sacrificio,

para que, ayudados con tu gracia,

ofrezcamos una hostia digna y aceptable

en la presencia de la suma y única Trinidad. Amén.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

La reserva Eucarística


En los siglos primeros, a causa de las persecuciones y al no haber templos, la conservación de las especies eucarísticas se hace normalmente en forma privada, y tiene por fin la comunión de los enfermos, presos y ausentes.

Esta reserva de la Eucaristía, al cesar las persecuciones, va tomando formas externas cada vez más solemnes.

Las Constituciones apostólicas -hacia el 400- disponen ya que, después de distribuir la comunión, las especies sean llevadas a un sacrarium. El sínodo de Verdun, del siglo VI, manda guardar la Eucaristía «en un lugar eminente y honesto, y si los recursos lo permiten, debe tener una lámpara permanentemente encendida». Las píxides de la antigüedad eran cajitas preciosas para guardar el pan eucarístico. León IV (+855) dispone que «sólamente se pongan en el altar las reliquias, los cuatro evangelios y la píxide con el Cuerpo del Señor para el viático de los enfermos».

Estos signos expresan la veneración cristiana antigua al cuerpo eucarístico del Salvador y su fe en la presencia real del Señor en la Eucaristía. Todavía, sin embargo, la reserva eucarística tiene como fin exclusivo la comunión de enfermos y ausentes; pero no el culto a la Presencia real.

José María Iraburu

Oración relacionada

Alabad al Señor todas las naciones;alabadle todos los pueblos.
Porque su misericordia ha sido confirmada sobre nosotros; y la verdad del Señor permanece para siempre.
Gloria al Padre...

Laudaté Dóminum omnes gentes. Laudaté eum omnes pópuli.
Quóniam confirmáta est super nos misericórdia eius; Et véritas Dómini manet in aetérnum.
Glória Patri...

martes, 11 de agosto de 2009

Exposición y Bendición Eucarística


La exposición y bendición con el Santísimo Sacramento es una acto comunitario en el que debe estar presente la celebración de la Palabra de Dios y el silencio contemplativo. La exposición eucarística ayuda a reconocer en ella la maravillosa presencia de Cristo o invita a la unión mas íntima con él, que adquiere su culmen en la comunión sacramental.

ADORACIÓN
Oh saludable Hostia que abres la puerta del cielo;
en los ataques del enemigo danos fuerza,
concédenos tu auxilio.
Al Señor Uno y Trino se atribute eterna gloria;
y Él, vida sin término nos otorgue en la Patria.
Amén

O salutáris Hóstia
Quae caeli pandis óstium.
Bella premunt hostília;
Da robur fer auxílium.
Imi trinóque Dómino
Sit sempitérna glória;
Qui vitam sine término,
Nobis donet in pátria.
Amen

BENDICIÓN
Canta, lengua, el misterio del cuerpo glorioso
y de la sangre preciosa
que el Rey de la naciones,
fruto de un vientre generoso,
derramó como rescate del mundo.
Nos fue dada, nos nació
de una Virgen sin mancilla;
y después de pasar su vida en el mundo,
una vez esparcida la semilla de su palabra,
terminó el tiempo de su destierro
dando una admirable disposición.
En la noche de la última cena,
recostado a la mesa con los hermanos,
después de observar plenamente la ley
sobre la comida legal,
se da con sus propias manos
como alimento para los Doce.
El Verbo hecho carne
convierte con su palabra
el pan verdadero con su carne,
y el vino puro se convierte
en la sangre de Cristo.
Y aunque fallen los sentidos,
baste sólo la fe
para confirmar al corazón
recto en esa verdad.
Veneremos, pues, inclinados tan gran Sacramento;
y la antigua figura
ceda el puesto al nuevo rito;
la fe supla
la incapacidad de los sentidos.
Al Padre y al Hijo
sean dadas alabanza y júbilo,
salud, honor, poder y bendición;
una gloria igual sea dada al que de uno y de otro procede.
Amén
V. Les diste pan del cielo
R. Que contiene en sí todo deleite.
Oremos.
Oh Dios, que en este admirable sacramento nos dejastes el memorial de tu Pasión, te pedimos nos concedas venerar de tal modo los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos constantemente el fruto de tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
R:Amén

Pange, lingua, glóriosi
córporis mystérium,
sanguinisque pretiósi,
quem in mundi prétium
fructus ventris generósi
Rex effúdit géntium.
Nobis datis, nobis natus
ex intácta Vírgine,
et in mundo conversátus,
sparso verbi sémine,
sui moras incolátus
miro clausit órdine.
In suprémae nocte cenae
recúmbens cum frátribus,
observáta lege plene
cibis in legálibus,
cibum turbae duodénae
se dat suis mánibus.
Verbum caro panem verum
verbo carnem éfficit
fitque sanguis Christi merum,
et, si sensus déficit,
ad firmándum cor sincérum
sola fides súfficit.
Tantum ergo sacraméntum
venerémur cernui,
et antíquum documéntum
novo cedat ritui;
praestet fides supleméntum
sensuum deféctui.
Genitóri Genitóque
laus et iubilátio,
salus, honor, virtus quoque
sit et benedictio;
procedénti ab utróque
comparsit laudátio.
Amen.
V. Panem de caelo praestitísti eis.
R. Omne delectaméntum in se habéntem.
Orémus.
Deus, qui nobis sub sacraménto mirábili, passiónis tuae memóriam reliquisti; tríbue, qaésumus, ita nos córporis et Sánguinis tui sacra mystéria venerári, ut redemptiónis tuae fructum in nobis iúgiter sentiámus:Qui vivis et regnas in saécula saeculórum.
R. Amen

domingo, 9 de agosto de 2009

Oración de visita al Santísimo

Muchos cristianos tienen costumbre, a lo largo del día, de detenerse en la iglesia para hacer una visita a Jesús Sacramentado. Son momentos de intimidad con el Señor, en los que el fiel se ejercita brevemente en la oración personal, pide ayuda, da gracias, etc.

Ante el Santísimo hemos de expresar en primer lugar nuestra fe. En el Sagrario se nos entrega Jesús bajo las especies del pan. Nos espera y desea que vayamos a verle. Cuando estamos delante de Él está atentísimo a lo que queramos decirle; una jaculatoria, un acto de fe, una petición, un acto de desagravio o reparación. O a que le miremos con devoción, sabiendo que allí, en el Sagrario, está el mismo Jesús de Nazaret, el Hijo de María, el que multiplicó los panes y los peces, el que con un solo gesto calmó una tempestad y devolvió la paz perdida a unos hombre asustados. El tiene todo lo que nos falta y necesitamos.

La visita al Santísimo nos ayudará a guardar la presencia de Dios durante el día en medio del trabajo y de nuestras ocupaciones.

Rezar tres veces

V.Viva Jesús sacramentado

R.Viva y de todo sea amado

Padre nuestro...
Avemaría...
Gloria

Comunión espiritual

Yo quisiera, Señor recibiros con aquella pureza, humildad y devoción con que os recibió vuestra Santísima Madre, con el espíritu y fervor de los Santos