miércoles, 23 de septiembre de 2009

La reserva Eucarística


En los siglos primeros, a causa de las persecuciones y al no haber templos, la conservación de las especies eucarísticas se hace normalmente en forma privada, y tiene por fin la comunión de los enfermos, presos y ausentes.

Esta reserva de la Eucaristía, al cesar las persecuciones, va tomando formas externas cada vez más solemnes.

Las Constituciones apostólicas -hacia el 400- disponen ya que, después de distribuir la comunión, las especies sean llevadas a un sacrarium. El sínodo de Verdun, del siglo VI, manda guardar la Eucaristía «en un lugar eminente y honesto, y si los recursos lo permiten, debe tener una lámpara permanentemente encendida». Las píxides de la antigüedad eran cajitas preciosas para guardar el pan eucarístico. León IV (+855) dispone que «sólamente se pongan en el altar las reliquias, los cuatro evangelios y la píxide con el Cuerpo del Señor para el viático de los enfermos».

Estos signos expresan la veneración cristiana antigua al cuerpo eucarístico del Salvador y su fe en la presencia real del Señor en la Eucaristía. Todavía, sin embargo, la reserva eucarística tiene como fin exclusivo la comunión de enfermos y ausentes; pero no el culto a la Presencia real.

José María Iraburu

Oración relacionada

Alabad al Señor todas las naciones;alabadle todos los pueblos.
Porque su misericordia ha sido confirmada sobre nosotros; y la verdad del Señor permanece para siempre.
Gloria al Padre...

Laudaté Dóminum omnes gentes. Laudaté eum omnes pópuli.
Quóniam confirmáta est super nos misericórdia eius; Et véritas Dómini manet in aetérnum.
Glória Patri...